viernes, 30 de diciembre de 2011

SAN ANTONIO DE LOS COBRES-SALINAS GRANDES-PURMAMARCA

Esta es la excursión que he hecho hoy, increíble los contrastes de paisaje, desde los verdes valles hasta la puna desértica, desde 1800 metros hasta 4100, de lo 30 grados a los 10, ha sido un carrusel de vivencias y aprendizajes, espero poder contaros lo más importante.
Me han pasado a buscar al hostel a las 7 de la mañana y me han pillado desayunado, en ningún momento contaba con la puntualidad argentina, hemos viajado en una trasfer, vamos el monovolumen de toda la vida, Fede, nuestro guia-chofer, una madre y su hija de Buenos Aires y un chico de Córdoba, la verdad que muy bien el grupillo.
Saliendo de Salta enseguida se aprecia el Valle de Lerma, de un intenso verde y salpicado de cultivos de tabaco, se llama a si en honor a Don Hernando de Lerma, fundador de Salta en 1582. En seguida hemos tomado la ruta 51, dónde empieza el portal de los Andes, y hemos discurrido un buen trozo paralelos a las vías del tren de las nubes, que en esta temporada de lluvias no funciona.


Los primero kilómetros discurren por la quebrada del Toro, por el que discurre el río Toro, el paisaje es muy verde y resalto esto porque en seguida el cambio es espectacular a los marrones de la puna, dejamos atrás el viaducto del toro, que de los 21 por los que discurre el tren, es el más largo con sus 260 metros de largo y 23 de altura, también vemos el viaducto del panteón y es que se llama así porque justo debajo hicieron un cementerio para enterrar a los obreros que murieron en su construcción.

Se empiezan a ver ya los primeros cardones, que son los cactus gigantes de las pelis del oeste o de los dibujos animados de Lucky Luke, cuando se secan dejan un esqueleto muy duro que se trabaja como la madera. Todo esto y mucho más nos lo iba contando nuestro guía, y es que como decía una de las chicas, era “recopado”.

Enseguida llegamos a Santa Rosa del Tastil, primer pueblito en el que hacemos parada, pudimos entrar en los baños y en el bar a tomar una coca, no hay más pueblo, sólo los tenderetes de los indígenas que venden artesanía, sus facciones ya son muy características, más parecidas a los Bolivianos que a los Argentinos. Tastil en quechua quiere decir piedra que suena.
Y de aquí ya empezamos el ascenso hasta los 4080 metros, Fede sacó sus hojas de coca y se las empezó a meter en la boca, no se mastican, simplemente se colocan en los cachetes ,en un montoncito que se llama acullico y con la saliva se va liberando el clorhidrato de cocaína, que es un alcaloide que les estimula levemente, evita los mareos y el mal de altura y te mantiene más despierto aunque tu presión arterial baje por la altitud, nos ha contado que en Argentina el cultivo está prohibido, pero no la venta para el consumo, que se importa de Bolivia y vine a salir unos 10 pesos por 30 gramitos, hay sitios que la venden junto con bicarbonato que al ser alcalino potencia al alcaloide.
Seguimos nuestro camino, ya convertido en un camino de tierra, sin asfaltar y ascendemos hasta los 4080 metros en Abra Blanca, me llama la atención que a los lados del camino hay montoncitos de piedras y comida y botellas de alcohol, se llaman Apachetas y son lugares de culto a la Pacha Mama, para que la tierra les devuelva lo mismo que les ofrecen.


Desde aquí ya nos adentramos en la puna, que es un desierto de altura, su paisaje es árido y salpicado de Cardones, también se pueden ver rebaños de ovejas, burros y más adelante llamas.
Por fin llegamos a San Antonio de los Cobres, dónde paramos a comer en un barecito dónde paran todas las excursiones, hasta aquí hemos recorrido 168 Km, sólo la mitad de ellos asfaltados. Cómo plato estrella había estofado de llama y ahí que me lanzado a probarlo, es como un guiso de carne, pero magra y un poco tiesa la verdad, pero ya ves una oportunidad de probar algo nuevo.
Desde aquí ya seguimos camino hasta las Salinas Grandes a través de la puna, atravesando algún que otro pueblito dónde los autóctonos, que se les llama Collas, venían a ofrecernos todo tipo de cosas para vender, sobre todo piedrecitas de los minerales que allí se extraen, que mayoritariamente es el borax, a mi me han llamado la atención 2 niñitos renegridos y comidos de mocos, en un pueblo, (entiéndase 3 casas de adobe) en medio de la nada que nos pedían pesos para caramelos, les he dado unas galletas que llevaba y a cambio me han dejado hacerles una foto, maikel y Brisa, geniales.

Lo que se prometía un camino fácil se ha complicado porque una de las trasfer se ha quedado atascada en un inmensa acumulación de agua, ya que había estado lloviendo y por las características del terreno se inunda, esto nos ha llevado un tiempo y toda una aventura de atravesar estos charcos, pero finalmente hemos llegado a las Salinas, deciros que el viaje es algo incomodo por los botes que vas pegando, se hace largo, pero merece la pena.
Las Salinas son impresionantes, al estar en temporada de lluvias, estaban inundadas y desde lejos dan la sensación de ser un inmenso mar, se formaron entre 5 y 10 millones de años atrás por la evaporación de aguas saladas continentales. Allí nos bajamos a sacar fotos, el sol pegaba de lo lindo pero en las fotos me veis con chaqueta y aún así me queme algo los hombros, allí han construido una casita con bloques de sal y se puede ver a los camiones trabajando en la extracción, por cierto lo del baño aquí súper complicado si cómo yo vas en silla.


De aquí ya emprendemos otra vez el ascenso para llegar a Purmamarca, la carretera vuelve a estar asfaltada, y el paisaje es impresionante, ascendemos por la  quebrada a la vez que la temperatura va descendiendo, vemos granizo a los lados y es que por la fuerza con la que bajaba el agua se ve que habíamos llegado detrás de la tormenta, esto nos hace ir haciendo paradas para ver el “volcán” que así como lo llaman, es como un mini alud de piedras barro y agua que va descendiendo por el medio de la quebrada, impresionante, hasta el guía hacia fotos porque no es normal verlo así, además en la carretera nos encontrábamos con rocas desprendidas de los laterales, esto puede llegar a ser peligroso, pero llegamos sin problemas a Purmarcarca, un pueblito pequeño asentado a los pies del cerro de los 7 colores, es increíble, esta población era el final del trayecto, dónde yo pensaba quedarme a dormir para continuar al día siguiente hacia la quebrada de Humahuaca, pero al verlo todo embarrado, hecho un lodazal, es lo que tiene el no tener las calles asfaltadas, decidí cambiar de planes y regresarme con los chicos a Salta, fue la decisión correcta pero eso ya os lo cuento en el próximo post.



Definitivamente he vuelto enamorada de la Cordillera de los Andes, de sus paisajes de sus gentes y leyendas y espero y deseo poder hacer un viaje entero siguiendo esta cordillera.

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