Que os puedo contar de Pekín que no esté en la Wikipedia, pues mis impresiones que es de lo que se trata este blog, y ahí van, están locos estos chinos, hay millones por todas partes, y no es que no sepan nada de inglés, sino que te miran cómo si vinieses de Marte cuándo osas a preguntarles algo, además para moverte en taxi, hay que llevar la dirección apuntada en chino.
El tráfico merece una mención aparte, es caótico, las avenidas son inmensas de unos 4 carriles en cada sentido, más las motos y las bicis, y por supuesto lo de pitar debe de ser deporte nacional, todos pitan, da igual porqué, ellos pitan, en los pasos de cebra te la juegas, aunque esté el semáforo en verde, no paran, yo no se cuánto chinos mueren al año arrollados por coches, pero seguro que hay estadísticas.
Impresionada también estoy por los soldados-niños-policías que rodean la plaza de Tiamneg y la ciudad prohibida, tienen que estar lobotomizados para pasar horas, diría que en posición de firmes, pero es más que eso, parecen figuras de cera, impertérritos.
Y la propia ciudad prohibida es enorme, cómo no podía ser de otra manera en China, impresionante y escenario de la famosa película el último emperador.
Y sobre el mercado de seda, que contaros, que incluso para la persona más apasionada por las compras, y no estoy pensando en nadie, puede llegar a agobiar, primero por las miles y miles de falsificaciones de todo lo que te imaginas que hay, después porque las chinas no dejan de acosarte para que te compres, te pruebes, y cuando de verdad quieres algo, por el regateo agotador al que tienes que someterte, y te diré también que en esto del regateo es como en los casinos, la banca siempre gana, o esa es la impresión que tengo, que por muy contento que te vayas, sabes que ellos han hecho mejor negocio que tu.
Y por fin los Hutong, que en chino significa callejones, son los barrios del Pekín tradicional organizados en grandes manzanas de casas bajas, todas del mismo color gris, esto me ha gustado un montón, y aunque aún conserva su esencia del Pekín más auténtico empiezan a aflorar tienditas malasañeras, alternativas en calles estrechas, pero aún se aprecian la antigas tradiciones chinas. Aquí es muy típico darse un paseo en uno de los triciclos-bicicletas para poder callejear cómodamente.
Un día agotador de impresiones y contrastes pero muy satisfactorio.
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