Buenos Aires reminiscencias de otros tiempos

Sabemos que se puede viajar en el espacio, sólo hace falta coger un avión por ejemplo y plantarte a 10489 Km de casa, pero hoy he descubierto que hay ciudades que te permiten viajar en el tiempo también, yo creo que Buenos Aires es una de esas ciudades, dentro del primer mundo, que por lo menos a mi, me hace pensar en mis abuelos y en su España de los años 40.

El primer contacto con la ciudad ya en el aeropuerto me dejó un poco fría, está viejillo y como poco higiénico con moqueta en el suelo y rampas infinitas, nada de ascensores, un poco estilo al de Moscú, desde el principio esta ciudad me ha recordado a la otra, y también su flota de coches, su tráfico imposible y su caótica circulación, os diré que cruzar una calle es un deporte de riesgo.

Pero a lo que vamos, entre ayer y hoy he podido hacerme una primera impresión de esta ciudad enorme, y lo primero que os diré es que recorrerla en silla de ruedas, puffff, hace unos días antes de venir vi en la tele un reportaje que se llamaba “trotamundos en Buenos aires”, me encantó, pero hoy os puedo decir que si el programa se hubiese llamado “ruedamundos” hubiese sido muy distinto, sólo con bajar la perspectiva unos 40 cm, la cosa cambia mucho, las aceras, cómo dicen aquí, están hechas mierda, os lo digo en serio, no he visto cosa igual y mira que me muevo, agujeros enormes, baldosas rotas, baches, llenos de cristales, socavones de todo tipo, ha sido bastante duro, además hay tal cantidad de gente por la calle que es difícil moverte.

He recorrido la calle de Florida, peatonal del microcentro, que además está llena de top mantas autóctonos, te venden todo tipo de cosas, por lo visto aquí es legal o no pasa nada por hacerlo, de hecho ellos lo describen como el mercado al aire libre.

El obelisco, la plaza de Mayo, la casa rosada, el teatro Colón,las galerías Pacífico, la librería Ateneo, en fin las cosillas que te recomienda la lonely, todo esto sin salir de este barrio, que es en el que me estoy quedando en casa de Flavia, super bien situada.

Hoy también he tenido tiempo de recorrer otros barrios, así que la manera más fácil me ha parecido coger el bus turístico, accesible, aunque la verdad es que yo no he visto ni una rampa, entre el chofer y el encargado me han subido y bajado todas las veces, si a amables y encantadores no les gana nadie.

San Telmo, es el barrio en el que las palabras, “encantadoras calles adoquinadas” adquiere todo su significado, que duro, adoquines, si, pero llenos de agujeros, no me ha molado nada, puede que por esto que os estoy contando o puede que porque he ido bastante pronto por la mañana, pero me daba la sensación de estar en un escenario de película, como si todo estuviese preparado para los turistas, cómo un poco artificial, esta misma sensación la he tenido también en caminito, así que no he trasteado demasiado, eso si cuando menos te lo esperas, al entrar en una cafetería para reponer fuerzas me he encontrado con un super baño adaptado, confiar esa es la clave.

De ahí a Caminito pasando por la Bombonera, ese barrio si que me ha impresionado, muy pobre y desangelado, estoy segura que ahí vive gente que lo pasa muy mal, en una de las mayores urbes de Sudamérica, por dónde pasan los autobuses llenos de turistas buscando con la mirada el próximo monumento al que sacarle una foto.

Caminito, todos lo habéis visto en los programas de viajes, en las fotos de las revistas, pues eso, tres calles de casas pintadas de colorines y mucha gente intentando hacer negocio, bien bailando, bien vendiendo o lo que sea que sean capaces de hacer para sacar unos pesos.

El resto del recorrido lo he hecho del tirón, para hacerme una idea de lo grande que es esta ciudad y aunque me repita de lo caótico de su circulación.

Hasta aquí la parte turística, y en un rato espero conocer la noche porteña con gente de aquí, que es la mejor manera de mezclarte y conocer, creo yo, pero eso ya será otro post.