Madrugar y desayunar cómo si no hubiese un mañana se está
convirtiendo en una costumbre mejicana que a buen seguro nos va a pasar factura
en forma de kilos y en mi caso en más contracturas de las que puedo contar,
pero merece la pena, ya que el tiempo es limitado, anochece pronto y hay tantas
cosas por descubrir…
Puebla es la ciudad de las 365 iglesias, a cada cuál más
barroca y ultra barroca, ni de lejos las hemos visitado todas, ni ganas, así
que nos hemos centrado en la
Catedral y la
Iglesia de Santo Domingo, con su capilla del Rosario, dónde
no cabe un querubín más, un adorno o un dorado, vamos que está súper súper
recargada, seguro que tiene un alto valor artístico. También hemos paseado por
su zócalo, por la calle de los artesanos y de los pasteleros, hemos probado su
mole poblano, que de verdad está muy bueno, me he animado a comprar un poco
para llevarme a casa, así que prometo receta poblana a la vuelta.
La mañana nos ha cundido un montón porque al no ser
temporada de turismo, hemos conseguido el teléfono de un guía que nos ha
llevado a Cholula, Don Jorge Luís, personaje del viaje, y de ese tipo de
personas, que a mi personalmente me encanta encontrarme en los viajes, un
mexicano “guapachoso y querentón” (qué si escurre es miel), que mezclaba a
partes iguales sus explicaciones sobre lo que estábamos visitando y sus
aventuras por la España
de los 60, cuando la cruzó en motocicleta, genial.
Cholula es una ciudad mágica, o eso dicen, cuyo mayor
atractivo es su pirámide de 400
metros de base, la más grande de México, pero muy mal
conservada, ya que se encuentra semienterrada en una colina, encima de la cuál
se ha construido una iglesia, cuya mayor virtud son las vistas impresionantes
de la ciudad y de los cuatro volcanes que la rodean, el Popocatépeti (la
montaña que fuma), el Ixtaccíhuatl (la mujer dormida), el Citlaltepeti (el
cerrojo de estrella) y el Malinche ( la de la falda azul). Cómo anécdota del día
os dejo la foto de la subida que hemos hecho hasta llegar arriba, esto si es un
camino de baldosas amarillas, pero de los difíciles, empinadísimo y lleno de
piedras, pero esto no iba a poder con mi voluntad de llegar, por supuesto
gracias a mi amiga G... que ha empujado cómo una campeona, pero chicos del
mundo, sus glúteos se van a poner duros cómo rocas y a algún que otro voluntario
que también ha empujado un rato, se que la foto no lo hace justicia al
esfuerzo, pero G..., otra vez, mil gracias, te quiero!!!!!
También hemos visitado el zócalo, la capilla de San Gabriel y uno de los campus Universitarios más reputados de México. En fin que ha sido un día muy completito y lleno de emociones. Mañana será otro día especial, ya que nos vamos a subir al paso de Cortés a ver los volcanes, lo que implica madrugón.
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