lunes, 20 de agosto de 2012

La Playa


La playa, no deja de fascinarme, el vaivén de las olas, la brisa marina, los olores que viene de lejos, el sonido del mar que me acuna evocando tiempos lejanos...

Pero de un tiempo a esta parte la playa se ha convertido en un medio hostil para mi, es muy difícil moverse por la arena en una silla de ruedas, y aunque muchas de ellas ya cuelgan orgullosas el cartelito de accesibles, solo los que lo vemos desde la perspectiva correcta sabemos que no lo son, que no tenemos libertad para pasear, correr, saltar olas... Que nos conformamos con llegar hasta donde llegan las pasarelas para acurrucarnos después debajo de la sombrilla y disfrutar así de las migajas de playa que nos llegan. Y no digo que este mal, todo lo contrario, porque así también se aprende a disfrutar de lo pequeño, porque una partida de palas se suple con unas risas entre amigos, porque un paseo por la orilla se cambia por la lectura de un libro en la arena y porque la vida sigue y hay que seguir con ella, voy y seguiré yendo a las playas. Porque aún nos quedan los chiringuitos de playa desde dónde podemos contemplar las puestas de sol escuchando chill out y mezclándonos con gente despreocupada que disfruta de sus vacaciones en copas de gin tonics y mojitos.






















En definitiva me encanta las playas, el mar y todo lo que implica, y este año he descubierto un nuevo “invento” que facilita mucho el desplazamiento por la arena y terrenos un poco abruptos, se trata de la freewheel, una rueda que se engancha de manera muy sencilla a la parte de delante de la silla y al elevar las ruedecillas pequeñas evitan estas se enganchen, os dejo el enlace de su página de manera gratuita, jeje

   

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